Análisis

El catalán es el menor de los problemas de Prohens

El Govern declara a Mallorca zona de crisis tras la concentración de la OCB y ante el riesgo de una manifestación antiturismo

La presidenta del Govern, Marga Prohens

La presidenta del Govern, Marga Prohens / CAIB

Matías Vallés

Matías Vallés

El atasco de tráfico perpetuo en la isla erosiona al Govern con más fuerza que cualquier conflicto lingüístico. El catalán es el menor de los problemas que afronta Marga Prohens. Sin embargo, la muy concurrida convocatoria de la Obra Cultural Balear del pasado domingo permite extraer provechosas enseñanzas, en campos no tan alejados del idiomático como parece. Porque la mayor amenaza que se cierne sobre un joven indígena no consiste en que no podrá vivir en mallorquín, sino en que no podrá vivir en Mallorca.

Con reflejos inesperados, el Govern declara a Mallorca zona de crisis tras la concentración de la OCB, y ante el riesgo de una inminente macromanifestación antiturismo que dejaría pequeña a Canarias. La cita triunfaría entre otras cosas porque, desde que los turistas no se están quietos, una protesta masiva es la única forma de circular por Palma con cierto desahogo.

Queda claro que Prohens se hubiera sentido más cómoda asistiendo a la convocatoria de la OCB que siguiéndola debajo de la mesa del despacho. Los bizantinos pueden persistir en averiguar quién ha protegido menos al catalán, dura disputa, pero la presidenta ha preferido aprender la lección y pertrecharse frente al siguiente maremoto.

Aunque Prohens se ha concedido un letargo de un año que la política no permite, nunca es tarde para empezar a ejercer el cargo. Al fin y al cabo, votan los ciudadanos y no los turistas, «los hoteleros son 150 votos» (Matas) y «en Mallorca solo hay trescientos constructores y yo tengo cien mil votos» (Cañellas). El PP tampoco debe temer el impacto electoral de la autodisuelta Vox, que solo plantea soluciones espiritistas como restablecer la conexión con Franco.

Prohibir la llegada de coches de alquiler no es necesario sino inevitable, el PSOE de Armengol no hubiera votado contra la jerga del Rey, el catalán no será protegido por la misma Universitat que descubrió que los cruceros no contaminan. El Govern y el Consell de Llorenç Galmés se enfrentan al vértigo de lo desconocido, cabe recordarles que la inacción es preferible al encargo de estudios estériles a parásitos que cobran para concluir que Mallorca está colapsada. En cuanto a Prohens, sabía ayer lo mismo que sabe hoy, pero ahora se atreve a decirlo. Ha hecho de la necesidad virtud, que diría el otro.

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